Fatima Ouassak advierte que Europa enfrenta una crisis crítica en la situación de los niños migrantes.

La ensayista y activista francomarroquí Fatima Ouassak ha lanzado su nuevo libro titulado 'El poder de las madres' a través de la editorial Capitán Swing, donde aborda la difícil situación de los niños migrantes en Europa. Según ella, el continente está enfrentando un momento de reflexión crucial sobre cómo tratar a los menores extranjeros no acompañados, un término que considera deshumanizante y perteneciente a una jerga administrativa que restan valor a su condición humana.
Ouassak, quien además es la fundadora de Front de méres, una iniciativa en Bagnolet (Francia), sostiene que el papel de las madres, ya sean blancas o no, no ha sido reconocido adecuadamente en el ámbito político. En una entrevista con Europa Press, critica cómo se invisibiliza a estas mujeres, quienes, según ella, tienen un papel fundamental en la lucha por los derechos de sus hijos y por un futuro más justo.
Su activismo se ha gestado a partir de su experiencia personal como madre y la preocupación por el estigma que enfrentan los hijos de inmigrantes poscoloniales, que son a menudo percibidos como amenazas en lugar de niños. "La situación de los niños palestinos en Gaza ilustra esto, donde se les despoja de su niñez y se les ve como potenciales peligros solo por su origen", apunta Ouassak con claridad.
La ensayista introduce el concepto de "desinfantilización" para describir cómo se trata a estos menores. Reconoce que en España se aplica la misma terminología: "En Francia se utilizan términos como menores aislados, los cuales son una manera de catalogar a niños no blancos, quitándoles su humanidad a través del lenguaje administrativo".
Fatima también menciona la tragedia del caso de Nahel Merzouk, un joven de 17 años asesinado por la policía en 2023, cuya cobertura mediática lo describió meramente como un menor, omitiendo su humanidad. "Utilizar ese tipo de lenguaje es una herramienta que favorece la deshumanización", afirma la autora con convicción.
Reflexionando sobre el legado posbélico de Europa, Ouassak dice que tras la Segunda Guerra Mundial, el continente necesitaba mano de obra y dio la bienvenida a migrantes de Argelia, Marruecos, Malí y Senegal. Sin embargo, plantea la pregunta incómoda de qué pasará con la próxima generación de estos inmigrantes y cómo Europa está eligiendo lidiar con sus comunidades.
La autora advierte que actualmente, Europa se encuentra en una encrucijada, donde la retórica de la extrema derecha está ganando terreno, alimentando temores sobre una supuesta islamización. Esto la preocupa, ya que teme que el continente puede estar marchando hacia un futuro fascista, similar a lo que ha ocurrido en Estados Unidos, citando incidentes recientes en California como un indicativo peligroso.
Rechaza rotundamente la idea de que las comunidades empobrecidas sean incapaces de movilizarse por un futuro mejor, apuntando a la historia de luchas anticoloniales en África. "Mi comunidad africana vivió circunstancias mucho peores y aún así luchamos por nuestra independencia, como sucedió en Argelia", resalta.
Ouassak destaca que en Francia muchas de las organizaciones de madres están formadas por mujeres no blancas y hace un llamado a la acción. Este domingo, por ejemplo, se llevará a cabo una manifestación pro derechos de los niños palestinos, liderada por estas madres activistas que están habituadas a organizarse y a luchar por sus derechos y los de sus hijos.
Finalmente, comparte su propia experiencia como activista, donde se sintió atacada al intentar defender los derechos de su primogénito. "Me etiquetaron como islamista y comunista, demonizando cualquier intento de organización", concluye Ouassak, poniendo de relieve la carga que llevan las mujeres, especialmente las de comunidades marginadas, en la lucha por justicia y dignidad.
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