 
                                        BARCELONA, 13 de septiembre. Un nuevo informe de la Agencia Estatal de Meteorología (Aemet) ha dejado claro que agosto de 2023 fue un mes notablemente cálido en Catalunya, marcando el octavo agosto más caliente desde que se llevan a cabo mediciones, con una media de 23,6ºC.
Desde que Aemet inició la recopilación de datos en 1940, los registros más altos para este mes se han concentrado mayoritariamente en el siglo XXI, con excepción de los años 1991 y 1994. El récord absoluto se alcanzó en 2003 con una temperatura media de 24,7ºC.
Este agosto se ha catalogado como "muy cálido", y sorprendentemente, ha superado los 23,5ºC por cuarto año consecutivo, un fenómeno que antes de los años 90 parecía inimaginable.
Entre los eventos destacados del mes se encuentra una intensa ola de calor que duró 10 días, del 9 al 18 de agosto; esta fue la segunda más larga de los últimos 85 años. Durante este periodo, los días 11 y 16 destacaron por alcanzar temperaturas extremas, con zonas de las Terres de l'Ebre (Tarragona) llegando a casi los 42ºC.
El observatorio del Ebro batió un récord histórico al registrar una media de 29,2ºC, convirtiendo a este agosto en el más caluroso de la serie de datos de más de un siglo, con cinco días en los que las temperaturas superaron los 40ºC.
En otras zonas de Catalunya, se observaron cifras significativas: el observatorio Fabra en Barcelona reportó una media de 26,7ºC, mientras que el Aeropuerto de Barcelona y otras localidades como Tivissa y Cabacés tuvieron medias de 26,8ºC, 26,9ºC y 27,2ºC respectivamente.
En cuanto a la precipitación, agosto trajo consigo 53,4 milímetros, lo que equivale a un 113% por encima de la media de referencia del periodo 1991-2024. Las comarcas pirenaicas registraron las lluvias más intensas, alcanzando casi 200 milímetros en algunos puntos, mientras que el sur de Tarragona apenas recibió menos de 5 milímetros.
Los episodios de mayor lluvia se registraron hacia la segunda mitad del mes, siendo los días 19 y 31 los más lluviosos. Con el cese de la ola de calor el 18, se inició un cambio climático que trajo consigo más inestabilidad atmosférica, culminando en una dana que afectó a las comarcas pirenaicas de Lleida con precipitaciones significativas.
A finales de agosto, una borrasca generó importantes lluvias en el Maresme (Barcelona) y la Terra Alta (Tarragona), alcanzando valores superiores a 30 milímetros, evidenciando una transferencia climática crucial que podría ser un indicativo de los desafíos que se avecinan con el cambio climático.
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