Un innovador estudio realizado en conjuntos forestales de Bélgica, España y Noruega ha revelado un descubrimiento sorprendendente sobre el comportamiento invernal de los árboles caducifolios. Más de 300 árboles de especies como hayas y abedules han sido objeto de una investigación conjunta entre el Centro de Investigación Ecológica y Aplicaciones Forestales (Creaf) y el Consejo Superior de Investigaciones Científicas (CSIC).
Difundido en la prestigiosa revista 'Nature Ecology and Evolution', este trabajo desafía la creencia comúnmente aceptada de que las raíces de los árboles entran en un estado de reposo invernal, similar al que presenta el resto de su estructura. Hasta ahora, se pensaba que las raíces dejaban de crecer durante el invierno, pero los hallazgos de esta investigación indican lo contrario, pues demuestran que las raíces siguen desarrollándose incluso en las condiciones más frías.
La investigación, co-liderada por la experta Lorène J. Marchand de la Universidad de Amberes, resalta la capacidad del suelo forestal como un eficaz sumidero de carbono, acumulando este gas durante todo el año y no únicamente durante los períodos de actividad fotosintética. Esto implica que los suelos forestales podrían ser más vitales para la captura de carbono de lo que se había considerado previamente.
Esta nueva perspectiva tiene implicaciones importantes para entender cómo los árboles de hoja caduca pueden adaptarse al cambio climático en un futuro incierto. Como explica Paolo Zuccarini, investigador del Creaf y coautor del estudio, el desarrollo de las partes aérea y subterránea de los árboles sigue caminos separados, permitiendo que las raíces prioricen su crecimiento durante el invierno, mientras que la parte aérea se activa conforme avanza la primavera.
El estudio analizó cuatro especies de árboles en varios bosques de clima templado, incluyendo 330 ejemplares que iban desde plántulas de 3 años hasta árboles maduros. Se recolectaron alrededor de 1,000 muestras de raíces gruesas, aquellas de más de 2 milímetros, que son indicativas de la fase de formación de madera, o xilogénesis.
Los resultados mostraron que incluso cuando las temperaturas del suelo caen por debajo de los 3 grados, las raíces gruesas mantienen su actividad, resquebrajando la noción de que el frío detiene el crecimiento subterráneo. Marchand subraya la relevancia de este hallazgo, que sugiere un desacoplamiento estratégico entre el crecimiento de raíces y el desarrollo del follaje.
Durante el invierno, las raíces almacenan reservas esenciales de carbohidratos, proteínas y otros compuestos ricos en nitrógeno, lo cual les otorga una ventaja competitiva. Cuando llega la primavera y el árbol comienza a "despertar", ya tienen los nutrientes necesarios para facilitar la brotación de las hojas y reactivar la fotosíntesis, fundamental para el crecimiento del tronco y las ramas.
En palabras de Zuccarini, “es como tener ladrillos de construcción listos para ser utilizados en primavera, cuando la prioridad es generar hojas para reiniciar el ciclo de fotosíntesis”. Este fresco enfoque ha sido llevado a cabo por un equipo internacional de investigadores, incluyendo a Marchand y Matteo Campioli del grupo PLECO de la Universidad de Amberes, junto a instituciones como la Universidad de Gante, el Instituto Esloveno Forestal, y varias universidades y centros de investigación en Suecia, Noruega y Suiza.
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