El pasado domingo, un trágico accidente de autobús en Porté-Puymorens, Francia, ha llevado a la Fiscalía de Marsella a tomar medidas drásticas, decretando prisión provisional para el conductor del vehículo. Este autobús, que partió de L'Hospitalet de Llobregat, Barcelona, se ha visto envuelto en una serie de controversias, ya que el conductor ha sido señalado por dar positivo en cocaína y por operar el vehículo con su tacógrafo desactivado.
Las primeras pesquisas realizadas por la policía revelan que el conductor, un hombre de 50 años, dio positivo en benzoilecgonina (BZE), que es el metabolito principal de la cocaína, lo que indica que había consumido esta sustancia poco antes del accidente. Este hallazgo ha suscitado preocupación sobre la seguridad en el transporte de pasajeros y las condiciones en las que operan algunos conductores.
Además, se han descubierto más irregularidades relacionadas con el autobús. Este vehículo, que era utilizado regularmente por el conductor, no había pasado la inspección técnica obligatoria, lo que plantea serias dudas sobre su estado mecánico y su aptitud para la conducción. Peor aún, el tacógrafo, un dispositivo crucial para registrar tanto la velocidad como los tiempos de conducción, había sido desactivado, lo que impide un rastreo adecuado de la actividad del conductor.
Ante esta serie de infracciones, las autoridades han acusado al conductor de homicidio involuntario y lesiones involuntarias, con incapacidad laboral total inferior a tres meses. Estas acusaciones se agravan aún más por la “violación deliberada” de sus deberes como conductor, que incluyen el deber de actuar con prudencia y asegurar la seguridad de los pasajeros, así como su uso de sustancias prohibidas.
La investigación también está considerando como una posible causa del accidente un fallo mecánico, específicamente en el sistema de frenado del autobús. Se ha informado que poco antes del accidente, el vehículo ya había padecido un incidente mecánico, lo que incrementa la preocupación sobre el estado del bus antes de su salida desde Pas de la Casa, Andorra, para volver a Barcelona.
El autobús que protagonizó este accidente transportaba a 49 pasajeros, y aunque el conductor también contaba entre ellos, la mayoría de los viajeros, un total de 32, tenía nacionalidad colombiana. Este lamentable episodio pone de manifiesto la importancia de reforzar las regulaciones en la industria del transporte y asegurar que tales tragedias no se repitan en el futuro.
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